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1.2.El por qué de los ídolos de la juventud.

El imperialismo y las clases dominantes han tenido la capacidad de construir prototipos del hombre o la mujer a quienes se los debe imitar por sus cualidades o atributos. Estos íconos han sido de mucha utilidad para ellos, en el proceso de dominación de clase.
La burguesía tiene claro que un factor clave para ejercer y mantener su poder, es el elemento ideológico; no menos importante que su aparato represivo (entiéndase fuerzas armadas y policía).
Ese trabajo esta dirigido con intensidad a la juventud, como un sector estratégico, puesto que, por definiciones psicológicas y sociológicas, constituye un conglomerado social dinámico, contestatario y que busca el cambio. Los hechos actuales y la historia contemporánea, tanto universal como ecuatoriana, así lo confirman. Por sus propias cualidades, para influir de forma efectiva en la conciencia de los jóvenes se requiere de medios que sean de fácil asimilación y aprehensión.
Para eso recurren a determinados modelos, en su mayoría creados por ellos mismos, que resuman todas las características que el capitalismo y la globalización consideran y exigen que debe tener el joven actual.
Estos modelos referidos son los denominados íconos. Los íconos son complementos prácticos del sistema educativo para formar hombres y mujeres funcionales al caduco sistema capitalista. Diversidad de ellos son resaltados y difundidos por intelectuales y medios de comunicación burgueses. La distorsión de los conceptos sobre las características de los jóvenes, es un principio básico para dar forma a un ícono.
Así lo demuestra la televisión en su permanente difusión de series, telenovelas y programas provenientes del extranjero. La particularidad en el contenido de estas producciones televisivas es el reflejar tendencias y estilos de vida que no corresponden a la realidad de los estratos sociales populares de los países subyugados donde son exhibidas y peor aún de los niños y jóvenes pertenecientes a dichos estratos en particular.
La finalidad es impregnar en la subjetividad de aquellos, comportamientos propios de personas sin valores morales y extraños a su cultura nativa. Según lo expuesto por la televisión, instrumento bien utilizado por las clases dominantes para difundir su ideología, ser joven rebelde significa ser irrespetuoso, irresponsable y desordenado; es ser despreocupado por el estudio y además fumar mucho para demostrar seguridad y madurez.
Significa rendirle culto al cuerpo, ser machista, feminista, homofóbico y racista. Es despreciar la cultura propia y no sentirse identificado con ella. Es odiar la política (sobretodo la revolucionaria).
Otro medio de importancia para difundir, es la música y sus exponentes. Generalmente, las canciones contienen letras confusas y carentes de un mensaje instructivo sino más bien insinuante en lo sexual y acompañadas de ritmos que son de inmediato gusto de menores y adolescentes.
Toda esta agresión ideológica, y por ende cultural, tiene sus repercusiones en la juventud. Hay que analizarlas con seriedad y profundidad considerando cada elemento en particular y estableciendo relaciones con otros instrumentos ideológicos utilizados por la burguesía.

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