Nacido en Mazatlán, Sinaloa en 1917, hijo de un músico itinerante, fue el artista de la familia; emigrado a la ciudad de México en 1939, su paso por la radio, los centros nocturnos y el cine fue tan rutinario como el de muchos otros cantantes con tesitura de “crooner”, repertorio de boleros y baladas norteamericanas, y pretensiones de competir con Jorge Negrete.
“A diferencia de otros, Pedro Infante basó la idolatría de su público en el trato directo con la gente”.
Para muchos mexicanos, Infante representó lo que todo mexicano debía ser: hijo respetuoso, amigo incondicional, amante romántico, hombre de palabra. El concepto de "macho mexicano" alcanza en Infante una acepción difícil de comprender fuera de México. El "macho" de Pedro Infante no es un hombre violento, capaz de dañar a las mujeres. Por el contrario, es un pícaro simpático, inconstante, fiel a sus infidelidades, pero eso sí: con un gran corazón.
De la extensa galería de estrellas del cine mexicano, Pedro Infante es el único que ha podido unificar los sentimientos del público. Hombres, mujeres, adultos, niños, jóvenes y ancianos encontraron en él a alguien siempre cercano a sus vidas. Su popularidad ha seguido creciendo conforme se agregan nuevas generaciones de mexicanos.
Su interpretación de papeles en los que encarnaba personajes de charro -hombre del campo, muy diestro en el manejo del caballo que viste un traje especial compuesto de pantalones ajustados y chaquetilla, acompañado del característico sombrero ancho, de copa puntiaguda-, varoniles y mujeriegos, así como su ejemplar personificación de las gentes humildes, siempre sencillas pero llenas de valor, a la vez que sentimentales y nobles, le valieron la aceptación del gran público, que lo convirtió en el símbolo por antonomasia de la mexicanidad.
“A diferencia de otros, Pedro Infante basó la idolatría de su público en el trato directo con la gente”.
Para muchos mexicanos, Infante representó lo que todo mexicano debía ser: hijo respetuoso, amigo incondicional, amante romántico, hombre de palabra. El concepto de "macho mexicano" alcanza en Infante una acepción difícil de comprender fuera de México. El "macho" de Pedro Infante no es un hombre violento, capaz de dañar a las mujeres. Por el contrario, es un pícaro simpático, inconstante, fiel a sus infidelidades, pero eso sí: con un gran corazón.
De la extensa galería de estrellas del cine mexicano, Pedro Infante es el único que ha podido unificar los sentimientos del público. Hombres, mujeres, adultos, niños, jóvenes y ancianos encontraron en él a alguien siempre cercano a sus vidas. Su popularidad ha seguido creciendo conforme se agregan nuevas generaciones de mexicanos.
Su interpretación de papeles en los que encarnaba personajes de charro -hombre del campo, muy diestro en el manejo del caballo que viste un traje especial compuesto de pantalones ajustados y chaquetilla, acompañado del característico sombrero ancho, de copa puntiaguda-, varoniles y mujeriegos, así como su ejemplar personificación de las gentes humildes, siempre sencillas pero llenas de valor, a la vez que sentimentales y nobles, le valieron la aceptación del gran público, que lo convirtió en el símbolo por antonomasia de la mexicanidad.
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