Manuel Esperón González, es considerado el músico más prolífico de la época de Oro del Cine Mexicano.
Algunos críticos consideran que los pilares de la llamada época de Oro del Cine Mexicano, al menos en lo que se refiere al cine nacionalista han sido: Emilio "El indio Fernández" y los Hermanos Ismael y Joselito Rodríguez como directores; Gabriel Figueroaen la fotografía y Manuel Esperón en la música popular, seguido de Rubén Fuentes.
Se dice que el maestro Manuel Esperón le quitó "lo caprino" al canto de Pedro Infante, cuando en sus inicios el después llamado Torito se ponía nervioso ante el micrófono. La primera vez que iba a grabar, Infante tuvo que ser jalado prácticamente por Esperón porque era presa de "pavor" decía, mientras agarraba su chamarra para irse, que no servía para eso. Esperón asegura que conoció a Pedro cuando cantaba en un hotel de Reforma, en 1941, convirtiéndose en su amigo y alumno.
Con Manuel Esperón llegaron a la fama muchísimas canciones, en especial Amorcito corazón y Mi cariñito, todas las cuales requerían de mucha expresión, sentimiento y profesionalismo, que Pedro supo encontrar. Se le daban de forma natural y era extraordinariamente profesional; entraba al estudio y sacaba adelante lo que se proponía.
Con sus "tips", Infante mejoró mucho su emisión de voz, su estilo. Algunas de las canciones que Esperón hizo famosas con el cantante fueron: Amorcito corazón, No volveré, Mi cariñito, Mía, A la orilla del mar, Yo soy quien soy, Maldita sea mi suerte.
Infante no le pedía las canciones, sino que el propio Esperón se las daba. En general, éste último, componía los temas para las películas.
Esperón asegura que en Amorcito corazón se puede apreciar la voz de Pedro. La música es de él y la letra de Pedro de Urdimalas. El silbidito fue una aportación del director de cine Ismael Rodríguez. Se dice que fue un “detallito simpático” que le ayudó a la canción a crearse fama. En todo momento en el papel de galán, proyectó la imagen exacta que la publicidad esperaba de él. Pero lo cierto es que Pedro Infante fue portador sincero de una alegría contagiosa y se convirtió en un favorito de la tele y radioaudiencia cubana en su inimitable interpretación de la canción ranchera mexicana.
Algunos críticos consideran que los pilares de la llamada época de Oro del Cine Mexicano, al menos en lo que se refiere al cine nacionalista han sido: Emilio "El indio Fernández" y los Hermanos Ismael y Joselito Rodríguez como directores; Gabriel Figueroaen la fotografía y Manuel Esperón en la música popular, seguido de Rubén Fuentes.
Se dice que el maestro Manuel Esperón le quitó "lo caprino" al canto de Pedro Infante, cuando en sus inicios el después llamado Torito se ponía nervioso ante el micrófono. La primera vez que iba a grabar, Infante tuvo que ser jalado prácticamente por Esperón porque era presa de "pavor" decía, mientras agarraba su chamarra para irse, que no servía para eso. Esperón asegura que conoció a Pedro cuando cantaba en un hotel de Reforma, en 1941, convirtiéndose en su amigo y alumno.
Con Manuel Esperón llegaron a la fama muchísimas canciones, en especial Amorcito corazón y Mi cariñito, todas las cuales requerían de mucha expresión, sentimiento y profesionalismo, que Pedro supo encontrar. Se le daban de forma natural y era extraordinariamente profesional; entraba al estudio y sacaba adelante lo que se proponía.
Con sus "tips", Infante mejoró mucho su emisión de voz, su estilo. Algunas de las canciones que Esperón hizo famosas con el cantante fueron: Amorcito corazón, No volveré, Mi cariñito, Mía, A la orilla del mar, Yo soy quien soy, Maldita sea mi suerte.
Infante no le pedía las canciones, sino que el propio Esperón se las daba. En general, éste último, componía los temas para las películas.
Esperón asegura que en Amorcito corazón se puede apreciar la voz de Pedro. La música es de él y la letra de Pedro de Urdimalas. El silbidito fue una aportación del director de cine Ismael Rodríguez. Se dice que fue un “detallito simpático” que le ayudó a la canción a crearse fama. En todo momento en el papel de galán, proyectó la imagen exacta que la publicidad esperaba de él. Pero lo cierto es que Pedro Infante fue portador sincero de una alegría contagiosa y se convirtió en un favorito de la tele y radioaudiencia cubana en su inimitable interpretación de la canción ranchera mexicana.
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