Durante el siglo XX se produce un tránsito desde una sociedad industrial y burguesa, característica del siglo anterior, a una sociedad de ocio y consumo: la sociedad postindustrial (radio, cine, música grabada, televisión). La historia de los medios de comunicación de masas es el fruto de una compleja interrelación entre tecnología, situación socioeconómica, necesidades y relaciones sociales.
Se puede decir que su inicio está dado gracias al ascenso económico de Estados Unidos en la década de 1920, en donde se producen los cambios denominados “segunda revolución industrial”, desarrollando nuevos sectores industriales: la industria química, la automovilística y la electromecánica; dando lugar a nuevas formas de producción y organización del trabajo: el fordismo[1], que dio origen a la producción masiva, la estandarización, el trabajo en cadena; y el taylorismo[2] y el nuevo papel de la publicidad. Tales sucesos revelaron que era más fácil vender los productos que fabricarlos, por lo que el esfuerzo empresarial se desplazó hacia su comercialización (publicidad marketing, venta a plazos, etc.).
Dentro esta misma década, la constitución de la sociedad de masas requería ya un sistema de comunicación capaz de transmitir directrices de consumo a los diferentes estratos de la población. Este sistema surge precisamente de la denominada “revolución de las comunicaciones”. La revolución de las comunidades se inicia con el desarrollo del cine como medio masivo de ocio en las nuevas ciudades.
Fue a partir de la Segunda Guerra Mundial que se originó una serie de cambios en el mundo, entre otros, la derrotada Alemania quedó dividida en dos naciones: la República Democrática Alemana (Alemania Oriental), fundada en octubre de 1949 y que adoptó el régimen socialista; y la República Federal de Alemania que continuó bajo el sistema capitalista.
De las naciones vencedoras, quedaron como grandes potencias, a la vez que iniciaron una lucha por la hegemonía: la Unión Soviética y Estados Unidos. Ambas utilizaron como medios de enfrentamiento las transformaciones logradas por el desarrollo científico y tecnológico aplicado a la industria de la guerra, además de los grandes medios de comunicación de masas que llevan consigo la manipulación de opiniones y pensamientos. Los llamados “medios de comunicación masiva”: el cine, la radio y la televisión, difunden información a grandes grupos humanos, apoyados por avances tecnológicos, como la electricidad, la fotografía, la grabación y la videograbación.
Estos medios ponen al ser humano en contacto prácticamente con todos los países, hombres y culturas del mundo. Como resultado se da la aparición de la llamada “cultura de masas”, porque millones de seres humanos observan, al mismo tiempo y en distintos lugares, distintos programas televisivos o radiales.
Otra de las consecuencias importantes de la segunda guerra fue la formación en Europa de dos bloques de naciones, uno capitalista y otro socialista.
El desequilibrio existente entre las dos grandes potencias, especialmente en los aspectos económicos y técnicos, consolidaron una superioridad norteamericana que hasta hoy prevalece, ante la desaparición del bloque socialista.
Se puede decir que su inicio está dado gracias al ascenso económico de Estados Unidos en la década de 1920, en donde se producen los cambios denominados “segunda revolución industrial”, desarrollando nuevos sectores industriales: la industria química, la automovilística y la electromecánica; dando lugar a nuevas formas de producción y organización del trabajo: el fordismo[1], que dio origen a la producción masiva, la estandarización, el trabajo en cadena; y el taylorismo[2] y el nuevo papel de la publicidad. Tales sucesos revelaron que era más fácil vender los productos que fabricarlos, por lo que el esfuerzo empresarial se desplazó hacia su comercialización (publicidad marketing, venta a plazos, etc.).
Dentro esta misma década, la constitución de la sociedad de masas requería ya un sistema de comunicación capaz de transmitir directrices de consumo a los diferentes estratos de la población. Este sistema surge precisamente de la denominada “revolución de las comunicaciones”. La revolución de las comunidades se inicia con el desarrollo del cine como medio masivo de ocio en las nuevas ciudades.
Fue a partir de la Segunda Guerra Mundial que se originó una serie de cambios en el mundo, entre otros, la derrotada Alemania quedó dividida en dos naciones: la República Democrática Alemana (Alemania Oriental), fundada en octubre de 1949 y que adoptó el régimen socialista; y la República Federal de Alemania que continuó bajo el sistema capitalista.
De las naciones vencedoras, quedaron como grandes potencias, a la vez que iniciaron una lucha por la hegemonía: la Unión Soviética y Estados Unidos. Ambas utilizaron como medios de enfrentamiento las transformaciones logradas por el desarrollo científico y tecnológico aplicado a la industria de la guerra, además de los grandes medios de comunicación de masas que llevan consigo la manipulación de opiniones y pensamientos. Los llamados “medios de comunicación masiva”: el cine, la radio y la televisión, difunden información a grandes grupos humanos, apoyados por avances tecnológicos, como la electricidad, la fotografía, la grabación y la videograbación.
Estos medios ponen al ser humano en contacto prácticamente con todos los países, hombres y culturas del mundo. Como resultado se da la aparición de la llamada “cultura de masas”, porque millones de seres humanos observan, al mismo tiempo y en distintos lugares, distintos programas televisivos o radiales.
Otra de las consecuencias importantes de la segunda guerra fue la formación en Europa de dos bloques de naciones, uno capitalista y otro socialista.
El desequilibrio existente entre las dos grandes potencias, especialmente en los aspectos económicos y técnicos, consolidaron una superioridad norteamericana que hasta hoy prevalece, ante la desaparición del bloque socialista.
“El concepto de "industria cultural", ciertamente complejo en la medida que implicaba a la economía, la tecnología, la cultura y el poder, fue creado por Adorno y Horkheimer para explicar y expresar su malestar frente a la producción de cultura como simple mercancía; en otras palabras, los sociólogos alemanes detectaron la capacidad del capitalismo para transformar los otrora "bienes culturales" en simples objetos de consumo masivo. En dicha concepción estaba implícita una noción del arte como "refinamiento cultural" al cual las masas podrían tener acceso sólo a través de una rigurosa educación estética.”
Ahora bien, “En el debate, principalmente académico, que la noción de "industria cultural" ha venido generando, se le suele asociar con dos niveles o formas de la cultura contemporánea, ambos profundamente interrela- cionados entre sí: la "Cultura de masas" y la llamada "Cultura popular". La primera suele asociarse, a su vez, con los diversos conceptos de medios de comunicación, difusión o información masiva. Debido a ello, no pocos autores han caracterizado a la "Cultura de masas" como aquella producida y monopolizada por los "sectores dominantes" con el fin de reafirmar su dominación o hegemonía mediante productos que pretenden "enajenar y despolitizar" a sus consumidores. La segunda suele relacionarse con una idea más difusa aún: la idea del "pueblo" que en un sentido más o menos estricto, tendría que ver con las clases y las
etnias subordinadas o sometidas a un proyecto económico político "ajeno a sus intereses históricos"
etnias subordinadas o sometidas a un proyecto económico político "ajeno a sus intereses históricos"
[1] El término fordismo se refiere al modo de pruducción en cadena que llevó a la prácticaHenry Ford; fabricante de coches deEstados Unidos. Este sistema que se desarrolló entre fines de la década del 30 y principios de los 70, supone una combinación de cadenas de montaje, maquinaria especializada, altos salarios y un número elevado de trabajadores en plantilla. Diez Espinosa, José Ramón. “Cap. 21 El derrumbe de la Civilización Occidental. La Crisis Social y Económica 1914-1919”, en Paredes, Javier. Historia Universal Contemporánea, Barcelona, Ariel, 2004, Vol. 2, pp. 517.
[2] El taylorismo corresponde a la división de las distintas tareas del proceso de producción que trae consigo el aislamiento del trabajador y la imposición de un salario proporcional al valor que añaden al proceso productivo. Este nuevo método de organización industrial, cuyo fin era aumentar la productividad y evitar el control del obrero en los tiempos de producción, lo inició Frederyck W. Taylor con el deseo de aprovechar al máximo el potencial productivo de la industria. Diez Espinosa, José Ramón. “Cap. 21 El derrumbe de la Civilización Occidental. La Crisis Social y Económica 1914-1919”, en Paredes, Javier. Historia Universal Contemporánea, Barcelona, Ariel, 2004, Vol. 2, pp. 517.
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